¡Saludos, amigos! Mi nombre es Fran, tengo 24 años y estoy aquí para hablaros sobre una de mis grandes pasiones: los juegos de mesa. He decidido crear este blog para compartir con cualquiera que esté dispuesto a leer estas entradas mis opiniones, impresiones y experiencias dentro del
mundo lúdico. Como primer artículo del blog vengo a relatar los inicios de mi aventura en este increíblemente rico hobby y a explicar en
qué se basa mi obsesión/afición por el mismo.
Hace ya unos años que soy un acérrimo fan de los juegos de mesa. Obviamente, como la mayoría de los que leáis esto intuiréis, no me refiero a los típicos Monopoly, UNO y Trivial que a todo el mundo se le vienen a la cabeza cuando mencionas que te gustan los juegos de mesa. No. Me refiero a sus descendientes: retos matemáticos, lingüísticos, a veces ricos en historia, otras en ambientación, otras simplemente fuente de risas, plagados de interacción social, de cooperación o de traición descarada... resumiendo: me refiero a los juegos de tablero modernos.
Todo comenzó, no tantos años atrás, en la universidad gracias a los descansos que solía tener entre clases. Dichos parones solían consistir en dos horas de espera antes de la siguiente lección y llegaba un punto en el que los temas de conversación se acababan o se hacían repetitivos entre los compañeros. Fue entonces cuando alguien propuso la brillante idea de matar el rato con diversos juegos de cartas. Lo probamos, funcionó y pasó a ser una nueva opción para hacer que el reloj avanzase un poco más de prisa.
El tema fue evolucionando, así como los juegos. El primer 'gran hit' fue el
Saboteur (primera incorporación a mi colección). Un simpático juego de cartas y
roles ocultos en el cual hay dos equipos: el de los enanos, que intentan
abrirse camino hasta la preciada pepita de oro, y el de los saboteadores, cuyo
único empeño es entorpecer el avance de los enanos hacia dicha pepita hasta que
se acaben las cartas del mazo, logrando así frustrar por completo sus planes. Me
gustaría saber cuántas partidas y horas de diversión nos dio a este juego. La prueba está en lo
gastadas que están mis cartas (en esa época ignoraba la existencia de mis ahora
preciadas fundas). Fue el juego que, de alguna manera, inició mi curiosidad, y la del grupo de
compañeros de universidad, sobre qué otros juegos podríamos encontrar para
pasar el rato. Y así fue que se plantó la semilla que florecería en un pilar
básico de mi tiempo libre hoy en día.
Cuántas horas de risas dentro de una caja tan pequeña. |
Todavía sale a la mesa, aunque no tanto como antes. |
Durante varios meses no hicimos más que jugar al
Catan. Matábamos las horas pensando en lo adictivo de lanzar un dado y ver qué
pasa, en la gratificante sensación de ver a tu pueblo crecer, expandirse y
autoabastecerse, y en trucos mentales para convencer a tus amigos de que te
dieran algo por tus ovejas (nadie quiere ovejas). Resumiendo, fue el juego nos inició en el placer de quedar y jugar.
Habiendo superado aquella adicción, puedo ver que, si bien no es el mejor juego
de todos los tiempos (tal y como habría jurado en aquél entonces), sí que es
increíblemente útil como juego de entrada a este hobby. De allí que sea uno de
los títulos básicos que cualquier tienda de juegos de mesa debe ofrecer. El
Catan me enseñó muchas cosas. Me dio las herramientas para jugar a más y
explorar este océano lúdico en el que tenemos la suerte de estar nadando.
Gracias a aquellas partidas aprendí sobre la gestión de recursos, la
importancia de la negociación, el control de territorio y que, aún teniendo la
mano perfecta que te permitiría ganar en el turno siguiente, una mala tirada de
dados podía enviarlo todo al garete.
De Catan llegué a Carcassonne, no sin antes dar un paseo en ferrocarril en ¡Aventureros al tren!, recorrer las junglas de Tikal, luchar contra fantasmas en Ghost Stories y salvar a la humanidad en Pandemic. Y heme aquí, en una pequeña habitación abarrotada de cajas con dibujos chulísimos , sentado a un escritorio, tecleando estas palabras para compartir un breve (quizá no tan breve) resumen de cómo empezó mi recorrido hasta ser un entusiasta jugador y un amante de podcasts, blogs y canales de Youtube que versan sobre el tema. Solo puedo deciros una cosa: el viaje ha sido estupendo.